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Documento del Comité de Pediatría Ambulatoria |
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Los jóvenes y las apuestas on line
En los tiempos de corren debemos hablar de las “adolescencias” (así, en plural), porque no se trata de un período cronológico sino de una amplia diversidad y una creciente multiplicidad de conductas, transformaciones y cambios que aparecen en la población juvenil. Según los escenarios en que se encuentren, en función a las oportunidades a las que tengan acceso, dependiendo del sostén afectivo que los rodea, cada chico es siempre diferente y singular. Pero existen algunos rasgos comunes que los unen e identifican. Son la generación de la inmediatez, la que demanda rapidez y necesita todo al instante; la espera está degradada y los procesos buscan ser abreviados a la mínima magnitud. Otro punto inclusivo es el no temer los riesgos, exponiéndose a situaciones de peligro real o potencial por la adrenalina del momento o para la búsqueda de un minuto de gloria o un segundo de placer; sin medir las consecuencias y seducidos por ofertas muchas veces perversas, van tras nuevas experiencias desafiando los cánones habituales con su espíritu transgresor. Un tercer aspecto es el de “fragilidad emocional”, con una inestabilidad que los lleva a pasar del éxtasis a la depresión, de un triunfalismo exultante a un aislamiento en su extrema intimidad, cayendo tantas veces víctimas de la soledad o de la percepción de una vida sin sentido. Ante estas vulnerabilidades aparece el juego on line, abriendo paso a un mundo de apuestas que les promete de manera explícita o tácita obtener ganancias de otro modo impensadas. Y con esas tres características de personalidad sumadas a las “modas sociales” que obligan o imponen pautas para tener inclusión o pertenencia a ciertos grupos, se genera un caldo de cultivo pernicioso que abre caminos hacia conductas adictivas. Comienzan de a poco, ingresan con timidez probando y viendo resultados, pero van cayendo en la trampa de un sistema diseñado a atrapar y obligar a permanecer, sin dimensionar el daño personal y del entorno. Porque perder implica un desafío a la autoestima, despertando la necesidad de volver a jugar y reincidir en un destructivo círculo vicioso. El impacto de este flagelo es cada vez mayor. Ya hay niños de 12 años que acceden a las plataformas de apuestas o casinos digitales (legales o ilegales) con perfiles falsos, utilizando el dinero que sus padres les depositan inocentemente en billeteras virtuales (para que no anden con dinero físico por la inseguridad reinante). Se prestan cuando no disponen de fondos, o recurren a engaños para recaudar dinero y así poder continuar jugando. El celular se va apoderando de sus vidas, no pudiendo permanecer tiempo fuera de las pantallas; la adicción se instala y se expande, impactando en la salud física y mental de los adolescentes. Actualmente la cantidad de jóvenes argentinos que accede al mundo de las apuestas está cercana al 16% del total (según distintas encuestas de datos), o sea 1 de cada 6 adolescentes ya tiene el hábito de participar en este vicio serial. Y esta cifra crece día a día, alentada por la publicidad y la falta de regulaciones efectivas. Sin duda se trata de una tragedia colectiva que daña y castiga a esa población que por su naturaleza impulsiva y desafiante es incapaz de poner un freno racional a esa tentación. Otro tema conexo es el uso de la información de los jugadores que podrían hacer los sistemas, pudiendo generar extorsiones o ciber-acosos para incitarlos a continuar con su rutina adictiva. En tiempos de inseguridad informática en los que los datos no pueden ser estrictamente preservados, son posibles las manipulaciones siniestras. Ahora bien, el impacto en la salud mental de los jóvenes es tremenda: ansiedad, irritabilidad, violencia en sus distintas expresiones, conductas delictivas, aislamiento social, tristeza, abandono de rutinas saludables, autolesiones, trastornos alimentarios, fracaso escolar y tantas otras presentaciones clínicas, ya asoman en este horizonte tan crítico. Sin duda son necesarias barreras que limiten el impacto de esta agresión, dificultando el acceso (con datos biométricos), bloqueando el ingreso de apostadores compulsivos con el aporte de la inteligencia artificial, restringiendo la publicidad en eventos masivos, entre otras medidas. Todas estas regulaciones son urgentes, importantes y necesarias. Pero más importante es la educación, porque sólo a través de ella se pueden modificar las conductas. Es imperativo que en las escuelas se trabajen estos temas con el apoyo de especialistas calificados, mostrando los efectos nocivos de estas prácticas, generando espacios de debate e intercambio que permitan que los chicos se expresen de manera genuina. Es nuestra obligación adulta mostrarles los peligros que se esconden detrás de estas propuestas, para que tomen conciencia y entiendan sus consecuencias maléficas. Y vuelvan a instalar hábitos saludables, abriendo paso a los vínculos, al crecimiento y a la superación personal, a la cultura del esfuerzo y a visualizar un futuro que tienen que construir con sus elecciones y sus acciones.
Dr. Mario Daniel Polacov M.P. 18927 - M.E. 6506 Secretario del Comité de Pediatría Ambulatoria Sociedad Argentina de Pediatría Córdoba
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