El uso de andadores o caminadores infantiles es una costumbre que se ha instalado en la sociedad desde hace mucho tiempo. Promoviendo su empleo se señala que el niño en estos dispositivos logra una libertad de movimiento, lo cual lo pone contento, lo emociona, lo divierte y le permite explorar e investigar convirtiéndose por ello en una gran experiencia; asimismo produciría un “desgaste de energía” equivalente a la bicicleta en niños mayores. Muchos padres consideran al andador como un recurso para el cuidado infantil: el estar sentado o semisentado en un espacio del que no puede salirse daría en principio una sensación de seguridad. Pero lo cierto es exactamente lo contrario: los andadores son inestables y el niño se desplaza a una gran velocidad (puede llegar a 1 metro por segundo, equivalente a 3.6 km/hora) y le permite acceder a objetos que habitualmente no están a su alcance, lo cual hace que el andador sea extremadamente peligroso. Las estadísticas señalan accidentes con una frecuencia del 12% al 50% relacionados con el uso de andadores. Entre las lesiones habituales figuran golpes en la cabeza (por vuelcos o caídas de escaleras), lastimaduras, fracturas, luxaciones dentarias, atrapamiento de dedos, hematomas, ahogamiento, envenenamiento por sustancias tóxicas, quemaduras, entre otras. Si bien en la mayoría de los casos se tratan de lesiones leves, existen casos documentados de accidentes graves con riesgo de vida para el bebé. La mayoría de las lesiones ocurren en presencia de los padres o cuidadores: el bebé que usa andador se desplaza a gran velocidad y cuando el adulto se da cuenta que tiene que llegar a socorrerlo ya es tarde. Otro mito erróneo es considerar que el andador estimula la maduración de la marcha. Las evidencias demuestran precisamente lo contrario: el uso del andador puede retrasar su inicio. El andador no enseña a caminar, aunque veamos que el niño se desplace y mueva sus piernas como si estuviera caminando; no está aprendiendo a sostener su cuerpo ni ejercita el equilibrio, que son requisitos básicos para poder caminar. Por otra parte, no incentiva el balanceo de los brazos al caminar, lo cual es indispensable para la coordinación de la marcha. Asimismo la postura semisentada no es eficaz a la hora de mantener la posición erecta y el niño aprende a desplazarse “patinando” para que las ruedas del andador se muevan, lo cual le genera dificultades futuras ya que debe “desaprender” este patrón inadecuado de marcha para luego adquirir el esquema motriz correcto. Por los motivos antedichos los pediatras desaconsejamos el uso de los andadores infantiles; la Academia Americana de Pediatría ha realizado una recomendación taxativa en este sentido. En algunos países como Canadá está prohibida su fabricación y comercialización. Los padres deben privilegiar otras alternativas seguras para protección y estímulo de sus hijos: jugar con una manta sobre el piso, promover el gateo, el “corralito”, son recursos de interacción adecuados para el niño se encuentre seguro y feliz. Si se quiere ayudar a caminar, el mejor andador para un niño son las manos seguras de su madre para acompañarlo y sostenerlo en su aprendizaje.
Comité de Pediatría Ambulatoria – Sociedad Argentina de Pediatría Filial Córdoba
Autores del Trabajo: Dr. Mario Polacov, Dr. Benjamín Malamud, Dr. Mario Galetto, Dra. Marité Blengini
Bibliografía: • Santos Serrano L. y cols: “Patrones de uso, creencias populares y accidentabilidad por andador infantil (tacatá). Bases para una campaña de información sanitaria”. Anales Españoles de Pediatría 44 (4): 337-340, 1996. • Triviño Ximena y cols: “Uso del andador en lactantes”. Revista Chilena de Pediatría 68 (6): 256-259: 1997. • Ávila Aburdene Reynaldo y col.: “Relaciones con el inicio de la marcha, gateo, uso de andadores y accidentes”. Revista de Sociedad Boliviana de Pediatría 44 (1): 11-14, 2005. • Rhodes D. et al: “Baby Walkers: knowledge, attitude and health promotion by pediatricians”. Archives of Diseases in Childhood 88: 1084-1085, 2003. • “Baby walkers: A dangerous choice”. Academia Americana de Pediatría: www.aap.org, 2011. • “Why use baby wakers”. Pediatric Advisor: cpnonline.org, 2010. • American Academy of Pediatrics Committee on Injury and Poison Prevention: “Injuries associated with infant walkers”. Pediatrics 108: 790-792, 2001. • Ediriweera Desapriya et al: “Prevention of baby Walker related injury”. Lancet 373: 545, 2009.
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